lunes, 24 de octubre de 2011

CAPITULO 21


De pronto se dio cuenta de que no le había preguntado a Bill cómo debía dirigirse a su tía. Desde luego que no la llamaría tía Archie. Las generaciones más jóvenes podían llamarla así, pero la mujer que estaba en aquella habitación, con el té dispuesto en un juego de plata y un mayordomo a su servicio seguramente no apreciaría el apodo. Tendría que arreglárselas ella sola.

Dio un paso sobre la alfombra persa y vio por primera vez a la mujer que se estaba poniendo de pie para recibirlos. (Tu nombre) se quedó sorprendida al verla. No era como se la había imaginado. Pensaba que sería una anciana regordeta de pelo blanco, con un traje de marca y un collar de perlas.

Millicent Archibald era una de las mujeres más altas que (Tu nombre) había conocido. Su estatura casi igualaba la de Bill. Aquella mujer no se parecía en absoluto a la imagen mental que se había hecho de ella. Además de delgada y esbelta, llevaba unos pantalones de color caqui con un jersey rojo sin mangas, calcetines amarillos y una pulsera ancha de diamantes, cada uno de ellos de al menos medio quilate. Su pelo era negro con algunos mechones canosos y lo llevaba recogido atrás con un puñado de horquillas. Era evidente que no se había mirado al espejo.

Pero su mirada era tan penetrante como la de la dulce anciana de su imaginación. Millicent Archibald inclinó la cabeza hacia atrás, entrecerró los ojos y miró a (Tu nombre) de arriba abajo.

-Es absolutamente perfecta, Bill. Es lo que me esperaba de ti.

(Tu nombre) no sabía si tomarse aquellas palabras como un cumplido, pero decidió ser cortés y sonrió.

-Muchas gracias, señora.

-¡Gregory! -gritó la mujer-. Estás contagiando a otras personas. ¿Cuántas veces te he dicho que dejes de llamarme así'?

El mayordomo hizo una reverencia.

-¿Tengo que contestar a esa pregunta?

-Anda, ve y trae algo de comer -dijo, y se volvió a sentar en el sofá-. Llámame Archie. Todo el mundo me llama así menos Gregory -añadió posando sus ojos sobre (Tu nombre) una vez más-. Así que vas a ser la novia Kaulitzwells. Ha sido un cambio inesperado.

-¿Quién te ha contado lo de la campaña? -preguntó Bill.

-Caroline me llamó para ver si podía celebrar la fiesta de compromiso aquí. La invité para que viniera con Corbin a tomar té, pero me dijo que no podía -contestó e hizo una señal con la mano-. ¿Sabes servir el té, verdad?

¿Qué clase de pregunta era ésa? ¿Acaso tenía un doble sentido? (Tu nombre) estaba convencida de que así era, pero no sabía captar cuál sería el sentido oculto.

(Tu nombre) dirigió una rápida mirada al carrito del té. El juego de plata era más aparatoso de lo que le había parecido en un principia. Había toda clase de cacharros: grandes, pequeños y medianos. Había una jarra de lo que parecía leche, un azucarero y una fuente en la que no había nada.

La tía Archie continuó hablando sin esperar una respuesta.

-Nunca se me ha dado bien servirlo, así que me alegro de que lo hagas tú por mí.

(tu nombre) miró a Bill, pero no encontró su mirada. Tragó saliva y se colocó junto a la bandeja.

-¿Cómo quiere su...?

-Solo, en una de esas tazas pequeñas, querida.

La tetera de plata era más pesada de lo que parecía, por lo que (Tu nombre) tuvo que ayudarse de ambas manos para servirlo y no pudo evitar derramar algunas gotas. Aliviada por no haberse quemado, suspiró. Pero ahora que reparaba en ello, la tetera estaba fría.

-No te preocupes, querida -dijo la tía Archie-. Me refiero a esas manchas. Gregory disfrutará mucho. Esto le dará la oportunidad de sentirse superior.

(Tu nombre) llenó una taza. Aquel té desprendía un extraño y agradable aroma que despertó sus sentidos. Bill tomó la taza y se la dio a la tía Archie, quien dio un sorbo y sonrió.

-Creo que he exagerado por usar este antiguo juego de té. Hace tiempo que no tomaba té. Últimamente prefiero el bourbon. ¿Te sorprende, querida? Ya te acostumbrarás si quieres que nos llevemos bien.

-Francamente -dijo (Tu nombre)-, en este momento yo también preferiría tomarme un bourbon.

La tía Archie se quedó asombrada.

-Así que después de todo, no eres otra de esas mujeres llamativas. ¿Dónde te encontró?

-Bill y mi hermano son viejos amigos.

-Tengo que admitir que, por un momento, ese traje que llevas puesto me confundió. Me sorprende que Bill no te haya quitado ya esa ropa.

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