martes, 18 de octubre de 2011

CAPITULO 14


La mañana amaneció gris, con el cielo encapotado, fuerte viento y la lluvia golpeando en las ventanas. (Tu nombre) se dio la vuelta, miró por la ventana y por un momento se planteó quedarse en la cama y esconder la cabeza bajo la almohada como si nunca hubiera oído hablar de Bill Kaulitz.

Lo que había pasado el día anterior había sido una pesadilla. Desde la increíble y arrogante propuesta de convertirse en su prometida en toda aquella historia, hasta el interrogatorio que le había hecho mientras comían pizza. Se sentía atrapada en un mundo surrealista donde nada era lo que parecía.

Como aquella sonrisa que había esbozado, al decir que los grandes almacenes Kaulitzwells no venderían zapatos de cristal. Era la primera vez en el día que parecía que algo le había divertido.

Suspiró. Quizá si volviera a dormirse comprobaría que había sido tan sólo un sueño.

Entonces recordó la habilidad que tenía aquel hombre para salirse con la suya y decidió levantarse. Había llegado a un acuerdo con él y tenía que cumplirlo.

Cuando (Tu nombre) bajó la escalera, la señora Cusack ya estaba sentada ante su mesa, tosiendo y sonándose la nariz con un pañuelo. Al verla, sonrió y le dio los buenos días.

-Me alegro de que se sienta mejor -dijo (Tu nombre)-. Espero haberlo dejado todo bien. Excepto el testamento de la señora Johansson. Hice todos los cambios en el documento, pero no pude imprimirlo.

La secretaria estornudó. (Tu nombre) no supo si era un síntoma de su enfermedad o una manera de evitar hacer algún comentario.

De pronto, (Tu nombre) reparó en la montaña de sobres con sus solicitudes de trabajo que había dejado preparada sobre la bandeja metálica que había a un lado de la mesa. No tenía ningún sentido enviarlos en aquel momento. Hasta que no tuviera una idea de lo que iba a durar la campaña de publicidad, no podía comprometer ninguna entrevista de trabajo. Y hasta que no comprobara si era capaz de mantener el negocio que con ayuda de Bill iba a montar, tenía que olvidarse de todo aquel asunto de buscar trabajo.

-Le quitaré esto de la mesa para que no le estorbe, señora Cusack.

-¿Adónde lleva esos sobres? -preguntó la secretaria.

(Tu nombre) parpadeó sorprendida.

-Son mis solicitudes de empleo. No quiero que le quiten espacio en su mesa.

-Aquí no hay ninguna solicitud.

(Tu nombre) miró el primer sobre. La señora Cusack tenía razón. Aunque eran iguales a los que había utilizado, las direcciones que aparecían en aquellos sobres eran de los clientes de Dave. La secretaria había estado muy ocupada en la hora que llevaba allí trabajando.

-¿Dónde están mis sobres?

La señora Cusack se sonó la nariz.

-Lo único que se me ocurre es que el propio señor Malone los llevara ayer por la tarde a la oficina de correos de camino a su casa.

-Vaya -dijo (Tu nombre) sintiendo que la cabeza le iba a estallar.

-Si no quería que se enviaran, no debería haberlos dejado sobre la bandeja de envíos.

Aquella mujer tenía una curiosa habilidad para sacarla de sus casillas con sus comentarios.

Ahora que lo pensaba, sabía que era lo que debía de haber pasado exactamente. Primero, se había quedado sorprendida por la propuesta de Bill y después se había tenido que emplear a fondo el resto del día en tareas que no le eran familiares. No había vuelto a pensar en aquellas solicitudes hasta ese momento. Ni siquiera las había echado de menos. Claro que cuando Dave le había dicho que se iba, ella estaba en la cocina. Era posible que hubiera tomado los sobres antes de irse y ella no lo hubiera visto. Luego, había llegado Bill y no se había vuelto a acordar en toda la noche.

Tampoco importaba demasiado. Probablemente ninguna de aquellas solicitudes diera lugar a una llamada de teléfono para concertar una entrevista de trabajo. Por eso había decidido pasar el día preparando un nuevo envío de solicitudes de empleo; así tendría más oportunidades de que alguna de ellas diera su fruto. Pero ahora...

Bill tenía razón: quizá pasaran meses hasta que diera con un trabajo ajustado a su capacidad y experiencia. También era cierto que el estar desempleada en aquel momento no era una circunstancia a su favor. No había elegido la situación en la que se encontraba y precisamente ésa era una de las razones que hacía tan excitante la idea de crear su propio negocio. Sería una tonta si no aprovechara la oportunidad que ahora se le presentaba.

Dave entró, dejó su maletín sobre la mesa de la señora Cusack sin prestar atención a la secretaria y recogió los documentos que tenía pendientes de firmar.

-¿Qué tal fue tu reunión de anoche? -preguntó (Tu nombre) a su hermano, y observó como se sonrojaba-. ¿Acaso no era una reunión sino una cita?

-(Tu nombre)...

-Eso me recuerda algo: ¿cuándo vas a presentarme a Ginger? Lo siento, pero se me olvidó decirte que te llamó la otra noche mientras yo estaba preparando las solicitudes. Así que si se ha enfadado conmigo, no la culpo.

Dave miró su reloj.

-Creí que hoy tenías una sesión de fotos.

-Sí, ya me voy. ¿Por qué no invitas a Ginger a cenar esta noche?

-¿Cocinarás tú?

-Por supuesto.

-¿Vas a ir con esos vaqueros y ese jersey a tu gran debut? -preguntó Dave sacando su pluma.

-Mira, hermanito, no creerás que la novia de Bill Kaulitz llevaría cualquiera de las prendas que cuelgan en mi armario, verdad?

Dave emitió un extraño sonido.

-No sabía que había un armario en la buhardilla.

-¿Novia? -dijo sorprendida la señora Cusack-.¿Quién es su novia?

(Tu nombre) se quedó paralizada. ¿Cómo había podido olvidar que la señora Cusack estaba allí escuchando atentamente?

-Dave se lo contará. Ahora tengo que darme prisa o llegaré tarde.


(Tu nombre) llegó pronto al centro comercial. En el extremo del aparcamiento donde se levantaba el edificio de los almacenes Kaulitzwells, apenas había movimiento. La mayoría de las personas que entraban en aquel momento eran empleados. Sin embargo, al otro lado del centro comercial el tráfico era intenso. Las tiendas Tyler-Royale debían de estar teniendo una venta especial a juzgar por la gran cantidad de personas que esperaban junto a sus puertas.

(Tu nombre) sintió no poder entrar. Aunque tampoco tenía dinero que gastar. El caso es que le vendría bien tener ropa nueva para las entrevistas de trabajo.

Aparcó su coche junto a la entrada de Kaulitzwells y entró por la puerta principal. Hacía años que no visitaba aquellos grandes almacenes y no recordaba dónde estaba el restaurante. Pero en seguida lo vio: no estaba demasiado lejos de la entrada, a medio camino entre el acceso al aparcamiento por el que había entrado y la salida al resto de las tiendas que había en el centro comercial.

Parecía más una cafetería que un restaurante. Había mesas pequeñas con sillas metálicas. Las luces estaban apagadas y no había nadie más, aunque al otro lado de la puerta que había detrás de la barra se oían ruidos, lo que indicaba que estaban a punto de abrir. (Tu nombre) confió en que no tardaran mucho en hacerlo, ya que necesitaba con urgencia una taza de café para comenzar el trabajo de ese día, fuera lo que fuese. Tal y como Bill lo había descrito, el trabajo de aquella mañana iba a consistir en posar y aparentar estar interesada en un montón de cosas, desde un columpio de porche hasta una tostadora.

(Tu nombre) volvió a mirar la hora en su reloj y se sentó en una silla. Mejor, así Bill la encontraría esperándolo cuando llegara a las nueve en punto. Ser puntual siempre causaba buena impresión.

AQUÍ LES DEJO EL CAP, PERDÓN POR EL ATRASO, ESQUE NOSE EN QUE ESTOY PENSANDO U.U BUENO EN FIN, ESPERO QUE EL GUSTE ESPERO Y NO OLVIDARME PARA SUBIR DENTRO DE UN RATITO MAS, ESQUE SE ME ESTA CORTANDO LA LUZ, Y GRACIAS POR EL COMENTARIO

3 comentarios:

  1. wwoooa hallo!!! soy nueva leoo tu fic y es muy buena de vrdd
    :D bueno espero y sigass eeh me dejastes con la intriga hhaa
    pasa a mi blog
    http://tuyyo-fernandadkaulitz.blogspot.com/
    Dankee

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  2. siguela prontooooooo
    no la dejes ahi que me dejas con al intriga XD

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