jueves, 1 de diciembre de 2011

CAPITULO 36



-Quizá debería preguntar si...

-Sí, Bill, quiero hacer el amor contigo -dijo (Tu nombre) mirándolo a los ojos.

-Me alegro de oírlo, pero no es eso lo que iba a preguntarte. Aunque lo mejor será que atienda a tus deseos -dijo Bill y, poniéndose de pie, la tomó entre sus brazos y la llevó al dormitorio, donde la dejó sobre la cama. Se despojaron de la ropa, se deslizaron entre las sábanas y disfrutaron entregándose el uno al otro dando rienda suelta a su pasión. Más tarde, (Tu nombre) se despertó abrazada a él.

-Tengo hambre -dijo (Tu nombre).

-¿De qué?

-De costillas.

-Ya te dije que eran las mejores de la ciudad.

(Tu nombre) alargó la mano y acarició el torso de Bill.

-Éstas son las mejores costillas de la ciudad.

 Mas tarde

(Tu nombre) no regresó a la buhardilla. Al día siguiente, lunes, se sentía feliz y relajada y rehusó ir a trabajar con Bill.

-Ve a tu reunión. Yo tomaré otra taza de café y luego iré a comprar un regalo a la tía Archie en agradecimiento por la fiesta.

Bill estaba de pie en la cocina apurando su segunda taza de café. Llevaba la corbata alrededor del cuello todavía sin anudar, pero su aspecto era tan impecable como de costumbre.

-Si quieres hacer un regalo de agradecimiento, házselo a Gregory. Él ha trabajado más que la tía Archie -dijo Bill dejando la taza y dándole un largo beso.

Después de que se fuera, (Tu nombre) se quedó pensativa. La razón le decía que no diera nada por supuesto. No había ninguna duda de que Bill no quería ninguna relación duradera. Ya lo había dicho en varias ocasiones y no había hecho nada en las últimas horas que contradijera esa idea. No, no era tan tonta como para creer que él hubiera cambiado de opinión sólo porque se habían acostado. Si fuera lista, recogería sus cosas y regresaría a la buhardilla. La había invitado a quedarse en su casa hasta que el suelo estuviera colocado y los muebles en su sitio y, probablemente, ese trabajo ya estaría hecho. Sería mejor que no asumiera que las cosas habían cambiado entre ellos.

Si regresaba a casa, seguramente perdería la oportunidad de que aquello se convirtiera en algo más. Algo más profundo como el amor. Por eso tenía que regresar a casa cuanto antes. Mejor que fuera ella la que tomara la decisión antes de que él le sugiriera que se fuese. Así que con tristeza, pero sabiendo que hacía lo correcto, (Tu nombre) recogió sus cosas y las metió en el coche.

Se quedó sorprendida al llegar al aparcamiento del centro comercial y comprobar que estaba casi completo, especialmente en las entradas a Kaulitzwells. Tuvo que aparcar cerca de Tyler-Royale y entrar por una de las puertas del centro comercial en lugar de directamente a Kaulitzwells. De pronto, oyó que la llamaban. Era Ross Clayton.

-Me alegro de verte, pero no creo que vengas a mis tiendas. ¿Te importa que te acompañe?

-Desde luego que no. Bill me dijo que tus oficinas estaban en el centro de la ciudad.

-Así es. Pero el director general está montando las nuevas tiendas en Seattle y me estoy ocupando de todo hasta que regrese.

-Debe de ser difícil. Bill lo tiene mucho más fácil al tener tiendas sólo en esta ciudad.

-Sí, pero si la economía local sufre un receso, no cuenta con tiendas en otras ciudades que puedan compensar las pérdidas.

-Es cierto -dijo (tu nombre) e impulsivamente añadió-: ¿De verdad estarías dispuesto a contratarme?

-Claro.

Ella respiró hondo. Tenía que hacer algo para asegurar su futuro.

-¿Podrías esperar hasta Navidad para darme el trabajo?

-¿Hasta que acabe la campaña de publicidad?

-Salvo que pienses contratarme porque voy a casarme con el presidente de Kaulitzwells.

-Te contrataré por cómo eres.

-Necesito dejar las cosas muy claras. Quiero que sepas que no voy a tener ningún contacto con Kaulitzwells después de Navidad porque el compromiso se romperá entonces.

Se hizo una larga pausa y al cabo de unos segundos, Ross sonrió.

-Así que es cierto. Bill se ha inventado toda esta historia del compromiso.

-No, no del todo. La protagonista iba a ser Caroline, pero de pronto... -(Tu nombre) se detuvo. No tenía por qué contarle aquello a Ross.

Pero Ross había dejado de prestarle atención. Habían llegado junto a una de las cafeterías del centro comercial y se había detenido a saludar a un hombre: Bill.

-Ya hablaremos más tarde, (Tu nombre) -dijo Ross-. Puedes estar segura de que tendrás trabajo cuando quieras.

-¿De qué va todo esto? -preguntó Bill poniéndose de pie.

-Hemos hecho un trato, Bill -dijo Ross-. Tengo que darte la enhorabuena. Ha sido una buena idea comenzar la campaña publicitaria en este momento y mejorar la imagen de tus tiendas para incrementar el precio que estoy dispuesto a pagar por ellas.

Bill miró a (Tu nombre), que comenzaba a sentirse mal. Había olvidado una de las reglas más importantes de los negocios: nunca olvidar con quién se hablaba. Había compartido información confidencial con el mayor rival de Bill, que al parecer pretendía comprarle sus tiendas. Pero, ¿por qué Bill no se lo había contado? ¿Por qué no había confiado en ella? Habría medido sus palabras si hubiera sabido lo importante que era que Ross Clayton no supiera la verdad.

(Tu nombre) observó a Bill. Estaba serio, pero no parecía enojado. Su expresión era de culpabilidad.

De repente, (Tu nombre) comprendió lo que se había estado escondiendo detrás de toda esa historia del compromiso y de los anuncios. Bill no había ocupado el lugar de Caroline en la campaña publicitaria para proteger a su hermana. Todo había sido planeado desde el principio para elevar el valor de la cadena de grandes almacenes Kaulitzwells y (Tu nombre) había sido tan sólo una pieza a la que recurrir cuando Caroline dejó de ser útil. Sin pretenderlo, había descubierto el plan de Bill a Ross y lo sentía. Había cometido un error sin pretenderlo. Sin embargo, él había actuado deliberadamente. La había usado y eso era algo que ella no estaba dispuesta a olvidar.

1 comentario:

  1. >.< que porque bill porquee
    u.u no no bill yo que te vi mi vida ok..no .-.pero porque bill no me dijistes esto :L

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