CAPITULO 35

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Al menos, podría volver a su buhardilla ese mismo día. Si la oficina de Dave iba a abrir al día siguiente, seguramente el escritorio de la señora Cusack y los demás muebles ya estarían colocados en su sitio y podría subir al piso de arriba por sus cosas.

Necesitaba lavar ropa, así que tomó unas cuantas prendas y se dirigió a la cocina. Pondría la lavadora y luego se vestiría. Quizá Bill hubiera hecho planes para asistir a algún acto público, después de haber celebrado la fiesta de compromiso.

Al entrar en el salón, se sorprendió al verlo sentado en el sofá leyendo el periódico y tomando un café.

-Buenos días. He pedido que nos trajeran el desayuno. En cualquier momento estará aquí.

(Tu nombre) apretó contra el pecho la ropa sucia que llevaba entre sus brazos.

-Voy a vestirme.

-¿Por qué? Después de la fiesta de anoche, te mereces descansar. Si quieres quedarte en pijama, no me importa.

-No llevo pijama.

-Ya me había dado cuenta -repuso él sonriendo-. Esa camiseta que llevas es una de mis favoritas, pero estoy seguro de que a mí no me queda tan bien.

-Hay muchas cosas que hacer -dijo (Tu nombre)-. La tía Archie fue muy amable al dejarnos hacer la fiesta en su casa y no creo que debamos dejarla sola para limpiarla.

-¿De veras crees que Caroline se ha olvidado de ese detalle?

-Ya, pero debería ir a ayudarla.

-No he dicho que lo fuera a hacer ella personalmente. Estoy seguro de que habrá contratado a alguien para que todo vuelva a estar en orden antes incluso de que salga el sol.

-Ah -dijo (Tu nombre) dejando la ropa sucia en una silla y sentándose al otro lado del sofá frente a él-. Nunca había dado una fiesta en la que no hubiera tenido que limpiar después.

-Te vi hablando con Ross y Kelly Clayton.

-Sí, sobre la posibilidad de que tenga algún trabajo para mí -dijo (Tu nombre), y recordó lo que había pensado hacer acerca de su negocio. Seguramente no era sensato sacar el tema en aquel momento, pero, ¿qué otra cosa podía decirle sobre su conversación con los Clayton? ¿Que habían hablado sobre la elección de cunas y guarderías?

-Creí que querías que fuera tu primer cliente. Tenemos que hablar de eso. ¿Has pensado ya dónde te gustaría tener la oficina?

-No, he estado muy ocupada -mintió.

-Bueno, pues tienes que empezar a pensarlo. Un negocio es algo más que un nombre y un logotipo.

(Tu nombre) se mordió el labio. Aquella conversación se estaba volviendo complicada. Si trataba de eludir sus preguntas, quizá Bill pensara que era una soñadora cuya única intención era montar un negocio sin apenas trabajar. Pero si compartía con él sus planes, más difícil sería convencerlo de que había cambiado de opinión.

-Tengo algunas ideas -dijo Bill-. Por el momento...

Para alivio de (Tu nombre), el timbre sonó y Bill se levantó. Al momento regresó con un carrito lleno de bandejas humeantes, que dejó junto a la mesa del comedor.

-Vamos a desayunar -dijo él-. Tengo hambre.

-Ya lo veo -dijo (Tu nombre) inspeccionando el contenido del carrito: huevos revueltos, beicon, salchichas, panecillos  ¿Eso son costillas?

-Sí, las mejores de la ciudad -comentó Bill sujetándole la silla para que se sentara-. Sírvete lo que quieras. ¿De qué estábamos hablando?

-Del desayuno -contestó rápidamente.

-No, estábamos hablando de tu negocio. Dijiste que querías empezar cuanto antes, así que he estado recabando información. Tienes muchos rivales. No sabía que hubiera tantos diseñadores gráficos en Chicago -dijo Bill tomando una costilla.

-Sí, es normal en una ciudad tan grande. Pero no todos son buenos. Además, hay distintas especialidades.

-No creas que vas a poder elegir los trabajos, al menos al principio.

-Ya lo sé, Bill. Soy realista. Claro que tendré que... -se detuvo. Quizá fuera mejor no decir nada más y que él pensara que era una ingenua que pensaba que tener un negocio la hacía independiente. ¿Qué más daba que pensara que era una estúpida? Aunque tenía que reconocer que, en el fondo, sí le importaba lo que pensara de ella.

Las cosas serían más fáciles si no hubiera conocido a Bill. Mientras comía una tostada, (Tu nombre) pensó en cómo serían las cosas si no hubiera aparecido aquel hombre en su vida. Ya habría enviado las solicitudes de trabajo y con un poco de suerte, tendría concertada alguna entrevista.

Pero, ¿a quién quería engañar? Si no hubiera conocido a Bill, su vida habría sido menos complicada, pero cuando todo aquello terminara, sabía que iba a sufrir mucho. De hecho, ya estaba sufriendo.

-(Tu nombre), ¿te pasa algo? No me gusta tu expresión -comentó Bill. Ella se quedó paralizada. Tenía que controlarse y no dejarse llevar por sus pensamientos. Por suerte, no estaban sentados uno frente al otro. Pero, ¿qué habría visto en su expresión? ¿Dolor? ¿Amor?-. Ahora que has acabado con la tostada, parece que estuvieras pensando en devorar a algo o a alguien.

-Ya te gustaría que fuera a ti.

Él tomó otra costilla y la miró con picardía, luciendo su amplia y seductora sonrisa.

-Sí, me gustaría. ¿Qué posibilidades tengo?

Ella se quedó inmóvil mientras Bill seguía comiendo. Era una tontería permitir que las cosas fueran más lejos y seducirlo. Eso sólo le produciría más dolor, aunque también unos bonitos recuerdos con los que sobrellevar ese dolor cuando todo acabara. Además, por una vez, ella sería el único centro de atención de Bill.

-¿Hablas en serio?

-Por supuesto. No te molestes en limpiarte los dedos.

Él la tomó por la cintura, la hizo sentarse en su regazo y la besó apasionadamente. Todas las dudas que (Tu nombre) tenía desaparecieron. Quizá al día siguiente o en unos días, se arrepintiera de aquello, pero no en aquel momento.