(Tu nombre) se encogió de hombros. No sabía lo que quería hacer. Sólo
sabía que, estando tan cerca el final, no quería decir adiós.
-No te preocupes por eso. No voy a trabajar para él. Mi papel
acabará cuando las compañías se fusionen -dijo él.
-¿Por qué?
-Porque ésa es la condición que puse. Los propietarios originales
establecieron que la dirección de los grandes almacenes se mantuviera en la
familia.
-Lo sé, Caroline me lo dijo.
-Pero no establecieron nada para el caso de que hubiera alguna
generación desinteresada, como Caroline y yo, o que no estuviera cualificada
para hacerlo.
-¿Te refieres a Jason?
-Así es. Cuando mi padre enfermó, se ocupó de llevar los negocios.
Al cabo de un tiempo fue evidente que las cosas no iban bien y el resto de
socios, incluida la tía Archie, insistieron para que yo volviera a ocuparme de
todo.
-¿No querías volver?
-Accedí a hacerlo sólo si los almacenes se vendían. Estuvieron de
acuerdo, pero pusieron como condición que se vendieran como una unidad. Así que
ésa es la razón por la que he estado trabajando en los almacenes desde
entonces.
-Has sido muy discreto.
-Por supuesto. Si se hubiera sabido que estaban en venta, el
acuerdo no habría sido bueno. De hecho, ni siquiera se lo dije a Ross, ya que
no creí que le interesaran nuestros almacenes y no quería que se corriera la
voz. Pero él me lo preguntó el otro día cuando nos encontramos en el centro
comercial.
-¿A eso se refería cuando dijo que teníais que hablar?
-Sí, y finalmente lo hicimos en la fiesta de compromiso.
-¿Y qué vas a hacer a partir de ahora?
-Dedicarme al Derecho.
-¿Eres abogado? -preguntó (Tu nombre) frunciendo el ceño-. Entonces,
¿para qué necesitabas a Dave?
-Estoy seguro de que en más de una ocasión te habrá dicho que sólo
un tonto se defiende a sí mismo.
-Sí. Y ¿qué harás? ¿Volver a Filadelfia?
-Supongo que sí. No hay nada que me retenga aquí.
Aquélla era la respuesta a una de sus dudas. Al menos, no
coincidiría con él en la ciudad, pero a la vez le producía una enorme tristeza.
-Me ocuparé de resolver todos los detalles antes de irme. Llevará
unas cuantas semanas, incluso meses, hasta que la fusión de los almacenes esté
completada.
-Al menos el joyero podrá dejar de hacer el anillo y fundir el
oro, ¿verdad? Lo siento, le propuse todos aquellos cambios para alargar su
trabajo. El pobre se quedó de piedra cuando se los propuse.
-No, se quedó así porque eran exactamente los mismos cambios que
yo le había propuesto minutos antes. Le dije que trabajara sobre el diseño que
hiciste.
-¿Por qué no lo entretuviste más tiempo?
-No quería hacerlo -respondió él al cabo de unos segundos.
- Quería que hiciera el anillo, no sé por qué. No lo sabía
entonces. Pero lo he sabido esta mañana, cuando descubrí que te habías dejado
esto en la tienda -dijo extrayendo de un bolsillo el anillo con la amatista.
(Tu nombre) sintió mariposas en el estómago.
-Pero ahora ya lo sabes.
-¿Por qué a las mujeres os gusta tanto que todo tenga una
explicación? No, no contestes o nos pasaremos el día aquí. Quería más.
-¿Más qué?
-Me parecías una mujer divertida, atractiva, hermosa y dulce.
Trataste a Caroline con cariño después de que el hombre del que se había
enamorado la agrediera. Y además, me compraste unos calcetines amarillos para
que no me tomara las cosas tan en serio.
-Gracias por la explicación.
-Entonces me di cuenta de que estaba muy orgulloso de tenerte a mi
lado y me sentía solo cuando no estabas junto a mí -continuó Bill-. Y fue
entonces cuando empecé a pensar en el futuro. Yo mismo me asusté y traté de olvidar
esas sensaciones. Sabía que tú también te asustarías. Además, no había prisa.
Tres meses parecían mucho tiempo, hasta esta mañana en que me di cuenta de lo
que estaba pasando -añadió con una triste sonrisa-. Me había enamorado de ti.
¿Qué estúpido, verdad? Así que aquí estoy, dispuesto a convencerte de que
tenemos un futuro en común.
-¿Un futuro en común? -balbuceó (Tu nombre).
-Sí, los dos juntos -respondió él-. Me di cuenta nada más
conocerte de que eras peligrosa, pero no supe dónde estaba el peligro hasta que
fue demasiado tarde.
Era demasiado. Todo lo que había querido, todo lo que había
soñado... (Tu nombre) no sabía por dónde empezar y ,sacudió la cabeza, confusa. Bill
se tomó su gesto como de rechazo.
-Está bien, (Tu nombre). Te dejaré. No te preocupes por Ross, lo
arreglaré todo -dijo Bill, y con las manos en los bolsillos se dio la vuelta y
comenzó a alejarse.
Tenía que hacer algo, y rápido, o el hombre al que amaba saldría
de su vida para siempre y nunca sabría lo que sentía por él.
-¿Me estás pidiendo después de todo que sea la madre de tus hijos?
-(Tu nombre) no bromees, no puedo soportarlo.
-No estoy bromeando. Puedes llamarlo Bill Patrick Kaulitz cuarto
si quieres.
-¿Me lo prometes? -preguntó muy serio-. ¿Quiere eso decir que
aceptas mi proposición?
-Sí -susurró (Tu nombre)-. Te quiero.
Él recorrió el espacio que los separaba en dos grandes pasos y
ella se arrojó a sus brazos.
-Te quiero -dijo Bill, y la besó larga y apasionadamente.
Por un instante, (Tu nombre) creyó ver que había alguien mirando tras
las cortinas de la recepción. Pero se olvidó de todo y se dejó llevar por el
beso.
-Caroline no sólo está aquí porque trabaje aquí -dijo (Tu nombre) cuando se separaron-. Está planeando hacer unos cambios, incluyendo a Dave.
-¿Por qué tiene que importarme lo que haga mi hermana?
-Porque ahora que tienes un motivo para quedarte en Chicago, quizá
hubieras pensado trabajar con Dave, y por ello deberías saber que tu hermana
está...
-Sí, ya pensaré en todo eso más tarde. Ahora tengo que dar con los
nombres de mis hijos.
-¿No tienes algo mejor que hacer?
-Ahora que lo dices, se me ocurren muchas cosas -murmuró Bill-.
Vayamos dentro y lo discutiremos.
-Dentro nos encontraremos con Caroline y Dave.
-Entonces, vayamos a casa. ¡Qué bonita palabra! Casa.
-De acuerdo -respondió (Tu nombre) mientras ambos se dirigían de la
mano hacia el coche.
FIN!!