La leche estaba al fondo de la nevera, todavía dentro de la bolsa del supermercado y, por supuesto, no había nada donde servirla. Si Dave había tenido alguna vez un juego de azucarero y lechera, no recordaba haberlo visto, y la única alternativa era utilizar un vaso de plástico. Tampoco encontró una bandeja, así que puso la botella de leche y el paquete de azúcar sobre una caja de pizza, junto a un par de cucharas y la última servilleta limpia.
Salió de la cocina cuando de repente Dave la llamó.
-(Tu nombre), trae también un poco de hielo.
¿Hielo? ¿Qué sería lo siguiente? Con un poco de suerte conseguiría
subir antes de mediodía a la buhardilla y cambiarse de ropa. Al menos encontró
una hielera, lo que era una señal de las prioridades de Dave o de sus clientes.
-¿No es un poco pronto para tomar un cóctel? -prepuntó de vuelta
al despacho.
Entonces, vio el motivo por el que Dave había pedido el hielo. La
mujer misteriosa había descubierto su rostro. Tenía un ojo morado, un hematoma
en la mandíbula y un corte en el labio superior. Con razón la mujer li,ihía
dicho que no podía tomar nada caliente.
(Tu nombre) dejó la bandeja sobre el escritorio de Dave, puso el hielo
dentro de la servilleta y se lo entregó a la mujer.
-¿Ha tenido un accidente?
-Muchas gracias -contestó la rubia mientras se llevaba la
servilleta a la mejilla, ignorado su pregunta.
-Soy Bill Kaulitz -dijo don Elegante extendiendo la mano para
saludarla-. Ella es mi hermana Caroline. Dave me ha asegurado que podrá mantener
el secreto.
-Sí, claro -dijo (Tu nombre)-. Si puedo ser de ayuda en...
-Para eso hemos venido a hablar con Dave -dijo Bill.
Diez minutos más tarde, después de cambiarse de ropa, seguían
hablando a puerta cerrada. Se sentó a la mesa de la señora Cusack y revisó la
agenda del día. Al rato, Dave le pidió más café y se dirigió veloz a la
cocina.
Mientras preparaba la cafetera, el suelo de madera del pasillo
crujió y al instante Bill Kaulitz estaba en la puerta de la cocina, con la
servilleta mojada entre las manos.
-Hemos terminado con esto, señorita Malone -dijo Bill entregándole
la servilleta.
-Espero que haya servido para algo -dijo (Tu nombre).
-Ha sido muy amable.
Creía que se daría media vuelta y regresaría al despacho de Dave,
pero no fue así. Se quedó apoyado en uno de los armarios de la cocina cruzado
de brazos.
-Mi hermana se casa a mediados de diciembre.
-¿Y a mí que me importa?», pensó ella.
-Eso explica por qué ha venido a ver a Dave. Pensé que sería para
obtener una orden de alejamiento y no para preparar un contrato prematrimonial.
A menos, claro está, que la persona que le haya eso sea su prometido.
-Así ha sido. Por eso quiere romper el compromiso.
-Eso está bien. La mayoría de las mujeres que han sido agredidas
se culpan a sí mismas por ello y ni siquiera se plantean presentar cargos.
-¿Acaso le parece mal? Llevar el asunto a los juzgados es
complicado, molesto y una pérdida de tiempo.
-Sin olvidar la vergüenza que supone para la familia -dijo ella
pensativa.
-Por no mencionar el riesgo que asume la víctima al enfrentarse al
agresor.
-¿Así que para eso ha venido su hermana, para tratar de resolver
la situación del modo más discreto posible?
-No del todo. Tenemos una cita con el fiscal del distrito a última
hora de la mañana y he traído a Caroline para que Dave la anime a presentar una
denuncia y no permitir que Corbin vuelva a comportarse de ese modo. Pero estoy
seguro de que no necesita que le explique la parte legal.
(Tu nombre) se mordió el labio.
-Pero pensé que...
-Sé lo que estaba pensando, señorita Malone. Todo este asunto nos
causa un problema.
-¿Nos causa? -repitió (Tu nombre)-. Imagino que no habla por mí. No veo
por qué esta situación habría de entrañar un problema para mí.
-Me refiero a un problema para Caroline y para mí. Y para
Kaulitzwells.
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